miércoles, 30 de octubre de 2013

Una mañana cualquiera


Mirna había terminado sus estudios de Marketing con buen promedio, su familia tenía la expectativa que la niña de casa, la última de cinco hermanos, consiguiera un buen puesto de trabajo; entre cosas que pasan y malas experiencias laborales,  logro a muy corta edad, ser gerente de una distinguida empresa, además de profesora de la misma profesión. Su transcurrió entre estudios y labores, la consigna de ser el orgullo de sus padres estaba muy bien arraigada en su proceder diario, nunca había tenido una pareja formal y menos de paso, y en su adolescencia, el conflicto sexual fue un karma muy grande para ese débil cuerpo juvenil, y a sus veinticinco años, aún no había definido cuál era la opción sexual que más prefería.

Eran exactamente las ocho y media de la mañana, cuando entré por las instalaciones de mi nuevo trabajo, los módulos y oficinas gerenciales aún lucían vacías, a pesar de que la hora de entrada eran exactamente a las ocho de la mañana, según lo establecido por la empresa.

El escritorio para mis labores ya contaba con un computador, el cual procedí a encender, cuando se escuchó en la oficina continua, un fuerte golpe, producto, asumí, de un manotazo sobre algún escritorio.

La oficina designada era compartida con dos compañeros, Mauricio y Angélica, el primero, era un tipo tratable, muy juicioso en su labor, aunque muchas veces tenias sus minutos por las nubes, donde se extraía por completo del mundo real, y sumergido en su pantalla, no tenía el menor reparo, de no contestar, cuando se le preguntaba algún dato o consulta, ya sea sobre temas del propio trabajo, o temas en general. Angélica de locuaz proceder, enamoradiza y espontanea, era la que ponía la cuota de humor en las horas de continuo y cotidiano trabajo.

Mirna era la gerente del área, había conseguido el puesto de trabajo gracias a los buenos contactos del padre con el gerente general de la empresa, pero ella no lo sabía, creía que el ingreso a tan reconocida empresa, era gracia a sus esforzados estudios, Mirna había ingresado solo dos meses antes de mi comienzo laboral.

Pasaron exactamente cuatro horas desde mi ingreso, cuando entro la gerente del área por la angosta puerta de la oficina, muy risueña, se presentó con todos nosotros, y en instantes pude sentir el fastidio de Angélica, por su presencia.

- Buenos días, mi nombre en Mirna la gerente del área, y para cualquier consulta cuenten conmigo para lo que sea, me encuentran aquí al lado, espero podamos trabajar en equipo. Se despidió.

Me pareció, en un primer momento, muy amable de su parte brindarnos su apoyo, acto seguido, pregunte a mi compañera de trabajo, el porqué de su cambio de actitud con dicha presencia.

- Ya la conocerás. Sentencio.

Los días transcurrieron, y mi amistad fue avanzando con los otros trabajadores de las distintas áreas, en muy pocos días, muchos de ellos me comentaban sobre el extraño comportamiento de Mirna, sus sonrisas cómplices solitarias, sus extraños mensajes vía correo electrónico de la empresa, sus ademanes inverosímiles para poder captar la atención de los demás, su extraña manera extrovertida e introvertida de ser, que muchas veces incomodaba al compañero que estuviera a lado. Los conceptos iban y venían.

Mirna era la última en salir de la empresa, en el cuarto piso, la única luz tenue provenía de la oficina gerencial de Marketing, el resto eran penumbras.

Continúe llegando a muy tempranas horas a la empresa, en el segundo día de labores, pude divisar a Mirna, a través de los vidrios de su oficina, sentada en su escritorio, redactando compulsivamente frente a su ordenador, con una sonrisa más que macabra, al parecer ella no se había dado cuanta de mi presencia, apure el paso para cruzar sin ser visto, e ingrese a mi cuarto de refugio muy sigilosamente, e inmediatamente cerré con pestillo, encendí mi herramienta de trabajo, cuando escuche otro gran golpe sobre un escritorio.

Pasaron las horas, y los trabajadores iban llegando de a pocos, el ruido de los tacos de las secretarias, de la impresora, los murmullos propios de rutinar diario y la llegada de mis compañeros de trabajo, hicieron que disipara el mal momento transcurrido por la mañana.

Sonó el anexo, conteste, era Mirna, citándome a su oficina para acordar ciertos puntos laborales, era la primera vez que ingresaba a su cómodo espacio, el cual constaba de un amplio escritorio, dos sillas extras para recibir a las visitas, y en toda la pared, a espaldas de ella, una infinidad de amplias gavetas, separadores, cajones, todo para la comodidad de la gerente del área, conversamos unos puntos y me retire rápidamente.

Los días pasaron, y para sorpresa mía y de mis compañeros, tres trabajadores de amplia trayectoria en la empresa, estaban desertando de sus altos puestos de trabajo, sin dar explicación alguna, solo de una de ellas, la jefa de sistemas, se supo, que había fallecido en extraño accidente de tránsito, las dos personas se habían reportado como desaparecidas, todos trataban el tema con mucho hermetismo.

Después de un mes de labores, la amistad con mis dos compañeros de trabajo se había afianzado mucho, entre labores profesionales, comentarios y risas, los días de ese verano, transcurrían mucho más rápido, y los días jueves, era obligado, salir un poco más temprano a compartir en algún restaurante cerca a la empresa.

Ese día viernes, un día después de nuestra salida obligada, Angélica no llego al trabajo, en el transcurso del día tratamos de comunicarnos con ella, pero su celular se encontraba apagado.

Una mañana cualquier, del día lunes, llegue mucho más temprano que de costumbre, Mirna ya se encontraba en su escritorio, ordenando infinidad de papeles compulsivamente. La familia de Angélica la había reportado como desaparecida, después de dos días de ausencia ante las autoridades, la noticia se difundió por toda la empresa como la pólvora, los más avezados dictaminaban conclusiones inverosímiles, entre ellas, que se había fugado con su novio al extranjero.

Aún era muy temprano para que las oficinas de la empresa comenzaran con el ruido acostumbrado, y en el silencio del eco, acostumbraba a leer en internet información sobre Marketing para así poder ampliar mis conocimientos, pero esa mañana mi lectura se interrumpió por un pequeño olor lejano nauseabundo, un olor filoso que llegaba a la punta de mi nariz, que impregnaba mi olfato mezclado con un perfume que parecía conocido, pero no llegaba a distinguir.

Seguí el rastro del olor hasta afuera de mi oficina, mientras caminaba hacia la habitación continua, el olor se hacía más intenso, llegue al espacio de Mirna, y abrí la puerta con cautela, ella no se encontraba, mi olfato percibía el miedo de mi cuerpo, y el nauseabundo olor se hacía más intenso, mientras daba más y más pasos, comencé a buscar rápidamente algo, no sabía realmente lo que buscaba, seguía mi olfato con devoción, busque debajo del escritorio, en la cajones, en las gavetas del gran armario, y nada, alce la mirada y en la última gaveta, arriba, al lado izquierdo, mirándolo fijamente, pude sentir como mi cuerpo se escarapelaba, realicé un gran esfuerzo para poder abrir la última gaveta, estire mi brazo cuando de pronto la mano de Angélica a recibirme.

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